Teoria del Desarrollo Moral de PIAGET
Piaget se basó en dos aspectos del razonamiento moral de los niños para formular su teoría: el respeto por las reglas de los juegos y la idea de justicia o las creencias respecto al bien y al mal que estos tenían. Con base en las respuestas que los niños daban a sus preguntas estableció 3 etapas del desarrollo moral:
Etapa premoral o etapa de heteronomía (5 a 6 años de edad)
En esta etapa los niños y niñas aun no pueden realizar razonamientos abstractos, por lo que no pueden comprender el significado de las normas generales, que regularmente son impuestas por los adultos, por lo tanto la moral se caracteriza en esta fase de desarrollo por la heteronomía; Piaget llegó a la conclusión de que los niños comienzan su razonamiento moral desde una etapa de "heteronomía" caracterizada por una estricta adherencia a las normas y deberes, y la obediencia a la autoridad (Kamii, 1982).
Etapa del realismo moral (de los 5 a los 10 u 11 años de edad)
En esta etapa las normas dejan de ser vistas como cosas que tienen su origen en una autoridad absoluta y exterior (los adultos), los niños comienzan a basarse en el respeto mutuo entre los compañeros de juego; los iguales.
El respeto a las normas se deriva entonces del respeto al grupo y la necesidad de un cierto orden en el mismo, para el mantenimiento del juego.
Etapa autónoma (de los 11 a 12 años en adelante)
Los niños, según Piaget paulatinamente se aproximan a una etapa del razonamiento moral denominada: "autonomía". Caracterizada por la capacidad de considerar las reglas y su aplicación de manera crítica y selectiva; estas normas son consideradas como la base del respeto mutuo y de la cooperación.
En esta etapa, los niños ya se percatan de que las reglas son acuerdos arbitrarios que pueden ser impugnados y modificados con el consentimiento de las personas a las que rigen. Creen que las reglas pueden ser violadas para atender las necesidades humanas y tienen en cuenta la intencionalidad del actor más que las consecuencias del acto.
Teoria del Desarrollo Moral de KOHLBERG
El paso de una etapa a otra se ve en este autor como un proceso de aprendizaje irreversible en el que se adquieren nuevas estructuras de conocimiento, valoración y acción. Estas estructuras son solidarias dentro de cada etapa, es decir, actúan conjuntamente y dependen las unas de la puesta en marcha de las otras. Kohlberg no encuentra razón para que, una vez puestas en funcionamiento, dejen de actuar, aunque sí acepta que se produzcan fenómenos de desajuste en algunos individuos que hayan adquirido las estructuras propias de la etapa de un modo deficiente. En este caso los restos de estructuras de la etapa anterior podrían actuar aún, dando la impresión de un retroceso en el desarrollo.
Kohlberg extrajo las definiciones concretas de sus etapas del desarrollo moral de la investigación que realizó con niños y adolescentes de los suburbios de Chicago, a quienes presentó diez situaciones posibles en las que se daban problemas de elección moral entre dos conductas. El análisis del contenido de las respuestas, el uso de razonamientos y juicios, la referencia o no a principios, etc. -se analizaron treinta factores diferentes en todos los sujetos- fue la fuente de la definición de las etapas. Posteriormente, y para demostrar que estas etapas eran universales, Kohlberg realizó una investigación semejante con niños de una aldea de Taiwan, traduciendo sus dilemas morales al chino y adaptándolos un poco a la cultura china.
1. fase pre-convencional
En la primera fase del desarrollo moral, que según Kohlberg suele durar hasta los 9 años,la persona juzga los acontecimientos según el modo en el que estos la afecten a ella.
1.1. Primera etapa: orientación a la obediencia y el castigo
En la primera etapa, el individuo solo piensa en las consecuencias inmediatas de sus acciones, evitando las experiencias desagradables vinculadas al castigo y buscando la satisfacción de las propias necesidades.
Por ejemplo, en esta fase se tiende a considerar que las víctimas inocentes de un suceso son culpables, por haber sufrido un "castigo", mientras que las que perjudican a las demás sin ser castigadas no obran mal. Se trata de un estilo de razonamiento extremadamente egocéntrica en la que el bien y el mal tiene que ver con lo que experimenta cada individuo por separado.
1.2. Segunda etapa: orientación al interés propio
En la segunda etapa se empieza a pensar más allá del individuo, pero pero el egocentrismo sigue presente. Si en la fase anterior no se puede concebir que exista un dilema moral en sí porque solo existe un punto de vista, en este empieza a reconocerse la existencia de choques de intereses.
Ante este problema, las personas que se encuentran en esta fase optan por el relativismo y el individualismo, al no identificarse con valores colectivos: cada uno defiende lo suyo y obra en consecuencia. Se cree que, si se establecen acuerdos, estos deben ser respetados para no crear un contexto de inseguridad que perjudique a los individuos.
2. Fase convencional
La fase convencional suele ser la que define el pensamiento de los adolescentes y de muchos adultos. En ella, se tiene en cuenta la existencia tanto de una serie de intereses individuales como de una serie de convenciones sociales acerca de lo que es bueno y lo que es malo que ayuda a crear un "paraguas" ético colectivo.
2.1. Tercera etapa: orientación hacia el consenso
En la tercera etapa las acciones buenas están definidas por cómo repercuten sobre las relaciones que uno tiene con los demás. Por eso, las personas que se encuentran en la etapa de orientación hacia el consenso tratan de ser aceptadas por el resto y se esfuerzan por hacer que sus acciones encajen muy bien en el conjunto de reglas colectivas que definen lo que es bueno.
Las acciones buenas y malas están definidas por los motivos que hay detrás de ellos y el modo en el que estas decisiones encajan en una serie de valores morales compartidos. La atención no se fija en lo bien o mal que puedan sonar ciertas propuestas, sino por los objetivos que hay detrás de ellas.
2.2. Cuarta etapa: orientación a la autoridad
En esta etapa de desarrollo moral, lo bueno y lo malo emana de una serie de normas que se perciben como algo separado de los individuos. El bien consiste en cumplir las normas, y el mal es incumplirlas.
No cabe la posibilidad de actuar más allá de estas reglas, y la separación entre lo bueno y lo malo es tan definida como concretas sean las normas. Si en la etapa anterior el interés está puesto más bien en aquellas personas que se conocen y que pueden mostrar aprobación o rechazo por lo que hace uno, aquí el círculo ético es más amplio y engloba a todas aquellas persona sujetas a la ley.
3. Fase post-convencional
Las personas que se encuentran en esta fase tienen como referencia principios morales propios que, a pesar de no tener por qué coincidir con las normas establecidas, se apoyan tanto en valores colectivos como en libertades individuales, no en exclusivamente en el propio interés.
3.1. Etapa 5: orientación hacia el contrato social
La manera de razonamiento moral propia de esta etapa surge de una reflexión acerca de si las leyes y las normas son acertadas o no, es decir, si dan forma a una buena sociedad.
Se piensa en el modo en el que la sociedad puede afectar a la calidad de vida de las personas, y se piensa también en el modo en el que las personas pueden cambiar las normas y las leyes cuando estas son disfuncionales.
Es decir, que existe una visión muy global de los dilemas morales, al irse más allá de las reglas existentes y adoptar una posición teórica distanciada. El hecho de plantearse, por ejemplo, que la esclavitud fue legal pero ilegítima y que a pesar de eso existía como si fuese algo totalmente normal entraría dentro de esta etapa del desarrollo moral.
3.2. Etapa 6: orientación hacia los principios universales
El razonamiento moral que caracteriza a esta fase es muy abstracto, y se basa en la creación de principios morales universales que son diferentes a las leyes en sí mismas. Por ejemplo, se considera que cuando una ley es injusta, cambiarla debe ser una prioridad. Además, las decisiones no emanan de suposiciones acerca del contexto, sino de consideraciones categóricas basadas en los principios morales universales.
Teoria del Desarrollo Moral de CAROL GILLIGAN
Carol Gilligan postulaba que las mujeres tenían diferentes tendencias psicológicas y morales que los hombres; es decir, tenían dos modos de pensamiento al momento de decidir y actuar ante problemas de la vida. De este modo, se dio cuenta que, por un lado, el razonamiento de las mujeres tendía a estar centrado en sentimientos de empatía y compasión, existe un cuidado y preocupación por las relaciones existentes entre los personajes del dilema, busca no dañar las relaciones interpersonales, pues cambian las reglas por conservarlas. Por otro lado, el razonamiento de los hombres estaría más ligado al respeto de las reglas y derechos formales, la autonomía, la individuación.
En este sentido, para el desarrollo moral de la ética del cuidado, Gilligan propone tres niveles: En el primer estadio, se busca atender al Yo y asegurar la supervivencia; es decir, el cuidado de sí misma. Para esto, hay una transición entre el egoísmo y la responsabilidad, debido a la consideración de conexiones hechas con otros. En el segundo estadio, se establece una conexión entre el Yo y los otros; es decir, existe una atención y cuidado a los demás, de manera que se pone en segundo plano al Yo. Del mismo modo, atraviesa un conflicto entre el autosacrificio y cuidado. Así, se da la transición de la bondad a la verdad, ya que empieza a incluir en el cuidado a ella misma y a los otros. En el tercer estadio, se logra integrar el Yo y a los otros en la responsabilidad del cuidado; es decir, se aprende a cuidar de los demás como de sí misma. Se brinda una respuesta universal en contra de la explotación y el daño.
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